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viernes, 2 de octubre de 2009

Oscar Dìaz Bravo

30 años de la muerte del Dr. Oscar Dìaz Bravo

11-set-2008

En el día del Periodismo Peruano

Por: Rosa Trinidad Carrillo

Un día como hoy falleció este insigne periodista cajacaino, como consecuencia de un increible y dudoso "accidente" de tránsito en la av. Faucett.

Dos veces Presidente de la Federación de Periodistas del Perú, moría un 11 de setiembre de 1978, en ejercicio de su cargo, y estando liderando el gremio periodístico aún en lucha por sus libertades recortadas.

Fue uno de los socios fundadores del Club Cajacay, colaboró muchísimo en la elaboración de su Estatuto que, en numerosas reuniones, punto por punto, fue debatido.

Momentos varios, con ardorosas intervenciones de los jóvenes que, con claros lineamientos políticos y perspectiva de una democrática participación popular, interveníamos en el local del Club Ancash, en donde, mayoritariamente, se dieron estas activas asambleas de los numerosos socios.

Su emocionada participación en los campeonatos de fútbol provincial, entonces, sólo ya desde las tribunas, nos permiten recordarlo siempre vivando al equipo de sus amores: Cajacay con la celeste acostumbrada y siempre victoriosa.

Discrepábamos en principios frontalmente, pero, desde la otra orilla, lo respetamos por su innegable condición de hombre valiente y consecuente con sus ideas, más allá de su admirable sencillez. Jamás conocíamos hasta entonces, a alguien con tanta apertura al dialogo, aún conociendo nuestros encontrados pensamientos.

En San Marcos nos encontrábamos en el patio de letras, nosotros escribiendo pizarras del Fer y él saliendo de las aulas en donde dictaba clases de periodismo. Teníamos "roche" como diríamos ahora, sin embargo, nos saludaba con mucho afecto para nuestra sorpresa.

Claro que él no se suscribía a las ideas progresistas nuestras, más bien todo lo contrario, era conservador, tremendamente defensor de las ideas liberales que poco antes las había manifestado como Jefe de Redacción del importante diario "La Prensa" de don Pedro Beltrán Espantoso. Luego como candidato por el PPC para una diputación por Lima, y posteriormente como director de Opinión Libre, condición que conservaba cuando fue deportado por el gobierno de Juan Velasco Alvarado.

En muchas ocasiones pensamos opuestamente, sin embargo, el respeto estuvo siempre presente, por sus cualidades únicas de sencillez con los más humildes, con los cajacainos. El placer enorme y gusto por la música cajacaina y acendrado amor -gritado a los cuatro vientos- por su Cajacay que, en los círculos más altos de la prensa, ya era famoso, era pues su cuna incomparable.

Admiramos aquella gran personalidad en diversos aspectos, recordamos tan enorme fervor religioso en Cajacay para el Señor de Chaucayán. Su terquedad y firmeza de ideas, enérgica actitud cuando era menester y profundo, emotivo cariño para sus paisanos, manifestados con elocuencia.

Llevó sus ideas a la práctica y concresión con valentía; discrepó; actuó con vehemencia.

Tal vez, este carácter le ocasionó exageraciones en sus conceptos y actuación, de tal manera que, luego, fueron determinantes para el futuro de la sociedad cajacaina en el sentido negativo o sea: en la división hasta hoy existente e insuperable por muchos que no lo entienden aún y no le permiten cerrar viejas heridas y descansar tranquilo en la mansión eterna.

Él, sin embargo, con admirable reverencia, asistió al entierro de aquél a quien había atacado implacablemente.

Habían pasado los años, la justicia que se dio años atrás, fue con el veredicto de declarar inocentes a los acusados, magnos dirigentes de la Comunidad de Campesinos.

Había transcurrido el tiempo, más no habíanse suturado las heridas, ni siquiera con la destrucción de aquel rincón mágico que los viera nacer.

Cuán sorprendidos, por eso, estuvimos todos los asistentes al entierro de mi respetado tío abuelo don Erasmo Trinidad Padilla ( cuñado del Dr. Lorgio Vega Gamarra y líder indiscutible por más de 30 años de la Comunidad de Campesinos de Cajacay): se hizo presente en el cementerio, caminando con dificultad, muletas en mano: el Presidente de la Federación de Periodistas del Perú, Dr. Oscar Díaz Bravo, en una actitud que lo pinta de cuerpo entero. Él daba la cara aún a riesgo de estar sólo, su valentía la demostró mucho más en esos momentos, ese corazón generoso le permitió dar el adiós a quien tal vez con el tiempo - maestro incuestionable de nuestros hechos- había permitido apreciar o en todo caso disculparse ante la inevitable partida a la eternidad.

Esto nos impactó poderosamente. Por eso jamás entenderemos a los demás que toman su nombre para mantener heridas que él cerró con grandeza demostrándolo públicamente en dicho entierro.

Más aún, nos asombra que pocos se le parezcan en su entereza y calidad moral, intelectual y humana. Concluimos reafirmando que esta clase de hombres no se repiten, por ello son grandes y son luceros que surcan el cielo muy de vez en cuando, aún con sus errores, permiten distinguirse por encima de los que nos limitamos a tomar su nombre sin intentar al menos entender su nobleza ante el adversario.

Sencillamente, apenas nuestras sentidas expresiones en esta fecha.

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