Walter A. Vidal
Tarazona
El domingo 13 de
noviembre se fue, sin despedirse, nuestro amigo Fillichu. Partió con su
modestia y su contagiante sonrisa, con su dulce quechua a flor de labios para
saludar al amigo, al paisano, para contarle una anécdota, para brindarle unas
palabras de cariño, fuera de todo libreto, borboteadas solo de su corazón
sincero.
foto de Jeremías Arana M.
por cortesía de: Yolanda Arana
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Jeremías Arana
Melgarejo, hijo de José Arana Guillén y Fredesminda Melgarejo Ariza, casado con Bertha Asencios Villarreal de
Chaccho, nació el 30 de mayo de 1936; la
vida le ha complacido dándole dos hermosas
hijas, Judith y Yolanda, y dos talentosos nietos, Joel e Ingrid
Fillichu, como sabía
hacerse llamar por sus amigos, es ya un
personaje en el corazón del pueblo llamellino, principalmente en nuestra
generación de los 30 y 40, por su
personalidad, ajena a poses absurdos de gran caballero; él, supo
ser humilde y sincero, amigo de todos; para quienes lo queríamos tanto era muy
difícil identificarlo sin
anteponerle su apelativo, que le dio
vuelo a la popularidad raimondina, heredado de su cariñoso tío con quien vivió
en Llamellín, don Acucho Melgarejo. Inquieto hasta donde el podía darse a los
suyosy amigos. Cuando niño, integraba la banda de músicos de la Escuela Pre
Vocacional 343 de Llamellín tocando la corneta.
¿Quién de su promoción no recuerda sus travesuras en los viajes de
excursión a Huacaybamaba, Uco, en las visitas a Chingas, Aczo y muchos lugares
más, siempre pistón o corneta en mano?.
Cuando llegó el momento de volar a Lima a buscar trabajo y estudio, lo hizo con
ese mismo optimismo, que lo ubicó pronto en el Hospital del Obrero (Almenara)
en la sección archivos, luego cirugía, en las cuales lo buscábamos para que nos
ayudara en alguna gestión de emergencia. Jamás dejó la afición a la música, el
huaino ancashino fue su pasión, jamás se desarraigó espiritualmente del
terruño; nos enteramos (guardaba silenciosamente su secreto) que se matriculó
al Conservatorio de Música. Tocaba el acordeón magistralmente. Tampoco fue
ajeno a otras actividades como la carpintería, fotografía, que supo mixturarlas
con otras de carácter social principalmente
con las que tenía vinculación a nuestra tierra adorada. Fue Presidente
del Centro Cultural Llamellín, una de las más antiguas instituciones de
provincianos en Lima.
No pudimos aquietar nuestra desesperación por haber
estado ausentes en su partida, hasta ubicarla a su hija Yolanda y expresarle
nuestra condolencia. Al terminar nuestra conversación virtual, de intercambio
de palabras de dolor fresco, ella pronunció esta frase de André Malreaux
desempolvada para la ocasión del cofre de sus recuerdos: “guardo dentro de mí
un museo de todo lo que viví y amé en la vida".
1 comentario:
Recordando siempre, por el tiempo que nos queda para encontrarnos......Arturo Soriano Bernardini
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