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viernes, 24 de octubre de 2008

Alberto Guzmán Barrón


Médico, profesor - investigador

Alberto Guzmán Barrón, al igual que sus hermanos - siete, todos varones, de los que Alberto fue el cuarto - hicieron sus estudios primarios al lado de sus padres en Huari (Ancash). Su padre era muy exigente con sus estudios. Él que había visto truncados sus estudios científicos, trató de orientar a sus hijos a este campo logrando llegaran a ser excelentes profesionales.

Terminada la Secundaria, Alberto ingresó a premédicas en la Universidad de San Marcos, continuando los estudios médicos en la Facultad de Medicina de San Fernando, de la misma universidad. Se tituló como médico obteniendo también el grado de Doctor en medicina.

Siendo aún estudiante, se desempeñó como ayudante de laboratorio (1923). Terminando los estudios profesionales pasó por todas las etapas de la docencia universitaria hasta llegar a ser profesor principal en la cátedra de Bioquímica y Nutrición.

Los estudios de especialidad en Bioquímica los realiza en la Universidad de Chicago, bajo la dirección de su hermano mayor, Eleazar, también

 médico, profesor - investigador en esa universidad. Allí viaja Alberto en 1935 en compañía de su esposa Celia y de su primogénito Tito, de apenas dos años. La influencia de su hermano fue decisiva para la elección de la especialidad, aún antes de su viaje a Chicago. Años después, invitado por las Naciones Unidas, lleva un curso sobre radioisótopos aplicados a la medicina, en la Universidad de Sao Paulo, Brasil. Posteriormente viajará también a la Universidad de Harvard invitado a llevar una serie de cursos sobre la organización moderna de la enseñanza e investigación.

Como médico bioquímico destaca sobremanera, tanto en la cátedra como en la investigación. Había nacido para ello. Aunque trabajó varios años en el Hospital Militar, al frente del laboratorio, su trabajo profesional lo desarrolló, principalmente, en la Facultad de Medicina de San Fernando, en donde llegó a ser Decano de la misma.

Junto con su hermano Eleazar proyectaron y consiguieron financiar la creación del Instituto de Bioquímica y Nutrición en la Facultad de San Fernando, en el que el Dr. Alberto Guzmán Barrón, Director del mismo, volcó toda su sabiduría y esfuerzo. El Dr. Guzmán Barrón está considerado como el creador de la Bioquímica moderna en el Perú, habiendo contado siempre con el apoyo de su hermano Eleazar, quien falleciera en 1957.

Sus investigaciones iniciales trataron sobre la enfermedad de Carrión, las enfermedades tropicales y las oxidaciones celulares. Pero el gran número de las mismas a partir, sobre todo, de su estadía en Chicago, versarán sobre la nutrición humana. Sentía profundamente la desgracia de tantos compatriotas con deficiencias nutritivas severas, y para contribuir a su solución llegó a estudiar muchos alimentos de origen peruano, encontrando una gran variedad de ellos ricos en los diversos nutrientes.

Contando con la colaboración de la SQP, especialmente con la de su presidente, en ese entonces, Dr. Gastón Pons Muzzo, organiza una serie de cursos sobre Nutrición, dirigidos a los servidores de la salud, a maestros, etc. Se llevaron a cabo en Lima, Trujillo, Arequipa y Piura. El Instituto Hipólito Unanue apoyó igualmente esta iniciativa.

Entre los años 1980 y 1982 publica el tratado de Nutrición Humana, en colaboración con otros colegas, como la Dra. Teresa Blanco de Alvarado.

Se hizo miembro de la SQP, creada hacía pocos años, en 1933. Llegó a formar parte de gran número de Consejos Directivos de la misma, en diferentes cargos, habiendo sido su presidente por tres períodos (seis años), y presidido comisiones de eventos científicos organizados por la Sociedad, como el Tercer Congreso Peruano de Química y las Terceras Jornadas Peruanas de Bromatología y Nutrición. Por medio siglo participó activamente en el quehacer de esta Sociedad.

Fue siempre un entusiasta colaborador de la revista científica, el Boletín (hoy Revista) de la Sociedad Química, en el que publicó muchos de sus trabajos, unos quince sobre sus investigaciones, entre los años 1939 y 1974, habiendo contribuido al prestigio de la misma. La permanencia de esta publicación - 73 años ininterrumpidos, con 4 números por año - sólo se explica gracias al impulso inicial que le imprimieron los fundadores y otros que, como el Dr. Alberto Guzmán Barrón y Juan de Dios Guevara Romero, trabajaron incansablemente por mantener su calidad, convirtiéndose en un valioso apoyo para los investigadores peruanos en las diferentes áreas de la Química básica y aplicada.

Al final de sus días reconoció ante sus hijos haberse sentido plenamente realizado, atribuyéndolo a que siempre había trabajado en lo que más le gustaba. Ciertamente, en el Dr. Guzmán Barrón se cumplió el dicho: "no hay ética profesional sin satisfacción personal". Fue siempre un hombre de firmes convicciones que disfrutaba de su trabajo. Fallece el 5 de noviembre de 1988, a los 85 años de edad. 

Formato ISO
VALLES, L. Dr. Alberto Guzmán Barrón. Rev. Soc. Quím. Perú, ene./mar. 2006, vol.72, no.1, p.1-2. ISSN 1810-634X.

Formato Documento Electrónico (ISO)
VALLES, L. Dr. Alberto Guzmán Barrón. Rev. Soc. Quím. Perú. [online]. ene./mar. 2006, vol.72, no.1 [citado 24 Octubre 2008], p.1-2. Disponible en la World Wide Web: . ISSN 1810-634X.

sábado, 18 de octubre de 2008

Julio Ortega Cuentas

Crítico, ensayista, profesor, poeta y narrador 

(Chimbote, Perú, 1942) Crítico, ensayista, profesor, poeta y narrador peruano cuya obra de pensamiento es una de las más importantes de América Latina, por sus lúcidas reflexiones acerca de la literatura y sus relaciones con la historia y la sociedad.

Profesor en Brown University, y en diversas universidades americanas y europeas, vive en Estados Unidos desde hace treinta años, aunque también ha residido por períodos en Barcelona, Londres, Lima, México y Caracas. Entre sus múltiples publicaciones críticas sobresalen El discurso de la abundancia (1992), Una poética del cambio (1992), Arte de innovar (1994), Retrato de Carlos Fuentes (1995), El principio radical de lo nuevo(1997) y Caja de herramientas. Prácticas culturales para el nuevo siglo chileno (2000).

Respecto a su obra narrativa, pueden citarse el libro de cuentos Las islas blancas (1966) y la novelaMediodía (1970). Su labor como antólogo ha sido fundamental para la promoción de jóvenes escritores latinoamericanos de variadas tendencias y nacionalidades, a través de títulos como Antología del cuento latinoamericano del siglo XXI (1997) y otro volumen similar que en la misma fecha dedicó a los poetas.

Fuente: Biografias y Vidas

jueves, 16 de octubre de 2008

QUISPEJO

Julio Jorge Quispe Virhuez


Quispejo es el nombre artístico de Julio Jorge Quispe Virhuez, quien nació el 7 de mayo de 1945 en Pácar, anexo de Marca. Discípulo de los maestros Augusto Díaz Mori y Milner Cajahuaringa, egresado de la Escuela Superior de Bellas Artes de Lima, ha ganado distintos premios como la medalla de Oro y el Primer Premio de Pintura ‘Enrique Camino Brent’, además de haber llevado su arte a distintos países del mundo.



Escribe: Carlos Cortez Virhuez.

La familia de Julio Quispe Virhuez era una de las mejores en aquellos años. "Mi padre era un buen agricultor y siempre nos caracterizamos por tener las mejores reses, las mejores sementeras, las mejores huertas frutales, los mejores caballos. Nada nos salía mal y éramos una familia muy unida". Sin embargo, su padre decide dejar Pácar y con ello a toda la familia, a los animales, la casa, las amistades. "Fue una decisión muy rápida que a un niño de cualquier edad puede impactar". Luego de 3 años fallece en Barranca la hermana mayor. Estas experiencias de la vida fueron moldeando el carácter del pintor, quien se acostumbraba a vivir entre cambios repentinos y sacrificios.

Primeros años de estudio
Los primeros años de estudio los realizó en su anexo natal de Pácar, rodeado de los bellos paisajes del pequeño pueblo. Luego se trasladó a la Escuela Fiscal 1339 de varones de Marca, donde permaneció hasta el 3er grado. Finalmente se llegó a Barranca, donde culminó sus estudios primarios. Este continuo peregrinaje permitió al artista vivir diferentes experiencias a lo largo de sus primeros años de vida, además de ser preludio a los distintos viajes que ha realizado a lo largo de su vida, presentando su obra.

Los siguientes años lo encontraron en Lima, donde siguió la educación secundaria en el colegio Eguren. Allí estudió los 3 primeros años. Después regresó a Barranca, ciudad donde culminó sus estudios en el colegio Billingurst.

Pese a los requerimientos de su padre, quien pensaba hacer del joven Julio un gran marino, la decisión fue tomada por el artista, quien siguió su vocación a pesar de los primeros comentarios que surgieron con esa "rebelión".

"Recibí apoyo de mi madre. Gracias a ella pude seguir mi carrera pues trabajaba cocinando para costear mis gastos", recuerda Quispejo, autor de innumerables pinturas.

Es así como ingresó a la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de Lima. "Los materiales eran muy caros y a veces no había medios suficientes para comprarlos", comenta. Por esta razón tuvo que pasar una de las experiencias más difíciles de su vida, tuvo que trabajar en una mina donde la casualidad salvó su vida.

"En 1970 fui a trabajar a la mina Ticapampa de mi tío Hurtado Oyola, abandonando mis estudios en la Escuela de Bellas Artes. Pero gracias a mi trabajo ahorré lo suficiente para seguir con mis estudios".

Una situación difícil que afrontó fue la casi pérdida de su vista. Quispejo cuenta: "Una noche un cilindro de gas explotó, pues uno de mis compañeros estuvo con la linterna prendida. Todo el gas explotó prácticamente en mi cara. Felizmente llevaba un pasamontañas que me cubría el rostro, pero quedé ciego y caminamos toda una noche hasta Cátac. Yo no podía caminar solo, estaba apoyado en un palo y alguien tenía que llevarme. Luego de Cátac nos trasladamos hasta Huaraz, pero no me querían atender porque ya habían pasado dos días. Entonces nos cruzamos con una señora en Huaraz que me curó con huevo batido y cubrió mis ojos y parte de la cara con telas. Eso me refrescó bastante. Recién después de eso viajamos a Lima".

El terremoto del 70
Poco tiempo después del regreso a Lima de Julio Quispe, ocurrió el trágico suceso que aún hoy es recordado por miles de peruanos: el terremoto del 31 de mayo de 1970, que cobró la vida de varias personas y dejó en luto a todo el Perú. Este terremoto es recordado por Julio Quispe como una casualidad que salvó su vida. "Después del accidente en la mina retorné a Lima el 3 de mayo y ya no estuve para el terremoto del 70. Tal vez San Lorenzo me guiaba en todo, pues quizás ya hubiese muerto como todos mis compañeros que perecieron enterrados en el asiento minero".

En 1973 Julio Quispe Virhuez se licencia de la Escuela de Bellas Artes de Lima. Se graduó con medalla de oro y obtuvo el primer premio de pintura ‘Enrique Camino Brent’. Posteriormente se licenció en pedagogía y fue profesor en diversos colegios del país.

Llegó la primera exposición en el extranjero. Unos cuantos jóvenes fueron llevados a Italia para enseñar sus obras en las galerías italianas. Aquella exposición fue titulada "El hombre del ande a Europa", fue en el mes de agosto y se realizó en las ciudades de La Haya, Milán, Roma, Lugano. "Luego de este primer viaje he hecho mucho más y aún ahora sigo exponiendo y viajando al extranjero".

Historia de un seudónimo
¿De dónde proviene el seudónimo "Quispejo"? En 1974 la Municipalidad de Miraflores organizó el concurso "Arte en el parque". En aquella oportunidad el joven Julio firmó Quispe Jor, aduciendo a Quispe Jorge, su segundo nombre. Sin embargo, durante la premiación los anunciadores leyeron Quispe-Jo, lo que derivaría a su eterno nombre: Quispejo.

Un viejo problema conocido en el Perú es el poco apoyo que se brinda a los artistas. Para Quispejo esto es un problema de siempre y que diferencia a nuestro país de los europeos. La revolución emprendida por un grupo de jóvenes abrió los ojos a las futuras generaciones. No era necesario tener dinero o pertenecer a familias adineradas para sobresalir. El arte era suficiente para lograr lo tan ansiado.

La obra de Quispejo está circunscrita al neoindigenismo, lo más representativo del costumbrismo nacional. En sus cuadros podemos apreciar la combinación de personajes andinos confundidos con el paisaje. La sutileza del artista logra plasmar las diversas tonalidades que el cielo ofrece en distintos momentos del día. "Como pueden apreciar, pinto paisajes, campesinos, figuras humanas con colores propios del mundo andino".

Marca y Quispejo
Ese encuentro inevitable entre el gran artista y sus viejos paisajes, sus viejos recuerdos, ocurrió años atrás, cuando Quispejo retornó a Pácar y encontró un pueblo totalmente cambiado. "Recuerdo que eran unas pocas casas, ahora hay muchas más".

Respecto a las nuevas generaciones Quispejo afirma que "deben haber muchas jóvenes promesas en Marca, pero la vida que llevan las personas allá muchas veces limita expresar todo el arte que llevan dentro". Por esta razón, el pintor quisiera "realizar una exposición en Marca. Es un sueño que espero realizar muy pronto. Una vez regalé un cuadro enorme al municipio, pero fue quemado cuando los subversivos llegaron a Marca", recuerda.

El desarrollo del distrito será posible si todas las partes ponen un granito de arena para salir adelante. Hay muchas cosas que se pueden hacer, por lo pronto me gustaría contactar con las autoridades para compartir experiencias y trabajar por el pueblo. 

Fuente:Revista de la Municipalidad Distrital de Marca

miércoles, 8 de octubre de 2008

Teresa Gonales de Fanning y Juan Fanning García

Educadora y novelista. Nació el 12 de agosto de 1836 en la hacienda “San José de las Pampas”. Propiedad de su familia, en la localidad ancashina de Ncpeña. Hija de Jerónimo González, prestigiado profesor y cirujano español, y de Josefa del Real y Salas. Recibió una esmerada educación a cargo de los mejores profe­sores de la época. 

Desde muy joven se orientó a la creación literaria, firmando sus primeros ensayos -con evidente interés por las costumbres sociales y la educación- bajo los seudónimos de "Clara del Risco" y "María de la Luz". Todavía en plena adolescencia. un día antes de cumplir los diecisiete años, contrajo matrimonio el 11 de agosto de 1853 con el joven ma­rino Juan M. Fanning, miembro de una rica familia oriunda de Lambayeque. 

En su vida conyugal fue re­lativamente feliz: tuvo dos hijos (Jorge y Emma) y su­po armonizar las labores domésticas con las intelectuales, pues siguió escribiendo artículos y narraciones de primera calidad. Pero la desgracia empezó a casti­garle a partir de una sublevación de los peones que trabajaban en su hacienda, hecho que motivó su hui­da a Lima en condiciones sumamente penosas, que precipitaron la muerte de sus dos pequeños vástagos. Algo más tarde, en la guerra del Pacífico, su esposo, el comandante Juan M. Fanning, dirigió maniobras na­vales a bordo del "Talismán" y se integró después a uno de los batallones de defensa de Lima, hasta morir frente al invasor chileno en la batalla de Miraflores el 15 de enero de 1881. El espíritu de Teresa se vio una vez más puesto a prueba ante la adversidad. Dando muestras de gran patriotismo, fomentó una erogación llamada "ofrenda patriótica de los vecinos de Lima", por la que se recaudó 9,600 soles. Como premio a su iniciativa y labor realizada, el comité patriótico del valle de Chicama la premió con una medalla de oro.

La señora viuda de Fanning, rompiendo las trabas de la sociedad conservadora del novecientos, decidió fundar un colegio para señoritas en su casa de la calle Faltriquera del Diablo, labor que realizó con el auxi­lio de sus hermanas Enriqueta y Elena. Dicho colegio llegó a ser el primero en su tiempo, no sólo por los métodos de enseñanza, sino por la primacía que se le dio a la educación sobre la instrucción. Se adelantó por cierto a su época, comprendiendo que la hora en que la mujer debía prepararse para la vida había llegado. Alistó a la mujer cívicamente, a través de su colegio y de sus escritos, para el bienestar social. En el plantel que regentaba Teresa González se enseñaban materias tales como matemáticas, gramática, geografía, econo­mía doméstica, historia del Perú y religión, para cuya instrucción se seguían los libros escritos por ella mis­ma. Abogó intensamente por la enseñanza técnica, poniendo en práctica sus ideas de que la educación moral, la intelectual y la física debían complementar­se. Al mismo tiempo, prosiguió exitosamente con las tareas literarias, y se mantuvo al frente del colegio Fanning hasta que los achaques de la edad le aconse­jaron dejar la dirección, en 1901.

En la segunda mitad de la década iniciada en 1870 participó en las veladas literarias de Juana Manuela Gorriti. y fue socia del Club Literario y del sucedáneo Ateneo de Lima. Una colección de artículos suyos aparecidos en el diario £/ Comercio de Lima fueron re­copilados en un libro titulado Educación femenina (1898), obra en la cual critica la crianza de la mujer para el matrimonio y alaba el trabajo como fuente de ingresos y de liberación. Teresa González de Fanning intervino en una polémica entre Elvira García y Gar­cía y la señora Lastenia Larriva de Liona sobre las vir­tudes de los colegios laicos y religiosos. Nuestra bio­grafiada realizó una defensa de los planteles laicos, afirmando que su educación era más completa y más efectiva y se orientaba mejor al ideal de igualdad de conocimientos y de preparación entre hombres y mu­jeres. Fue autora de las siguientes novelas: Ambición v abnegación (1886); Regina (1886), obra de estilo cas­tizo y depurado que mereció ser premiada con una medalla de plata por el Ateneo de Lima; Lucecitas (1893), prologada por Emilia Pardo Bazán; indómita (1904); y Roque Moreno (1904). Colaboró con artícu­los de opinión en los periódicos El Comercio, El Correo del Perú, El Perú Ilustrado, La Alborada, El Sema­nario del Pacifico, La Patria y El Nacional. La señora viuda de Fanning murió el 7 de abril de 1918, victima de una neumonía, a la edad de 82 años. En toda oca­sión, hasta sus últimos instantes, demostró la humil­dad de su espíritu y la grandeza de su alma, llegando a pedir a sus familiares que su sepelio se realizase en privado para evitar superfinas vanidades. Como homenaje póstumo a esta insigne educadora, don Ma­nuel Beltroy consiguió que se diera a una gran unidad escolar (hoy en el distrito de Jesús María) el nombre de Teresa González de Fanning.

Capitán de Navío Juan Fanning García

Nació el distinguido marino en Lambayeque el 3 de abril de 1824.  Fue hijo del señor Juan Fanning, acaudalado comerciante norteamericano y de la señora Micaela García. 

Huérfano desde muy corta edad, impulsando por su vocación a la carrera de marino el joven Fanning se embarcó en un buque mercante, Luego hizo sus estudios profesionales en la Escuela Militar y Naval del Callao, bajo la dirección del prestigioso marino, Contralmirante don Eduardo Carrasco. 

En 1843 se crearon dos Escuelas:  La Central, en Lima y su filial en Paita.  El objeto primordial era “crear pilotos facultativos que puedan dirigir con inteligencia y acierto la navegación de la Marina Mercante”.  

Los alumnos al egresar, podían elegir el servicio de la Marina de Guerra con el grado de Guardia Marina.  Se nombró Director de las dos Escuelas al Cosmógrafo Mayor de la República Comandante don Eduardo Carrasco, y se dedicó para prácticas de los alumnos al único buque de guerra, el Pailebot “Vigilante” que estaba al mando del Tercer Piloto don Juan Fanning García.  

El 14 de junio de 1844 recibe su Despacho de Guardia Marina, inicio promisoria de su carrera  se le presentaba promisorio; se le trasladó a la Corbeta de Guerra “Limeña”. Ingresó a continuación al Ejército con la clase de Sub-Teniente de Infantería.  Volvió a la Armada con la clase de Alférez de Fragata.  

El 28 de agosto de 1845, se embarcó en el Bergantín “Almirante Guise” solicitando su baja temporal el 20 de diciembre de 1846, por enfermedad.  El 11 de enero de 1847 se le nombra Ayudante de la Mayoría de Órdenes, desempeñando esta colocación hasta el 20 de marzo del mismo año, fecha en la que se embarcó en el Bergantín de Guerra “General Gamarra”.

Durante la administración del Gobierno del General don Ramón Castilla en 1845, formó parte de la primera comisión de marinos peruanos exploradora del río Amazonas y sus afluentes en dos pequeños vapores, el “Tirado” y el “Huallaga”.

Por Resolución Suprema del 2 de agosto de 1850 fue nombrado Capitán de Puerto de Chala.  El 3 de diciembre de 1851 asciende a Teniente Segundo efectivo.  El 29 de enero de 1852 fue nombrado Capitán de Puerto de Iquique y el 18 de abril del mismo año, se le nombró Ayudante de la Mayoría del Departamento.

El 8 de agosto de 1853 obtuvo su ascenso a Teniente Primero y efectivo. Se hallaba sirviendo como Segundo Comandante del Bergatín de Guerra “General Gamarra” y, como consecuencia de la Batalla de la Palma, realizada el 5 de enero de 1855, por la revolución triunfadora encabezada por el General don Ramón Castilla contra el Gobierno del General don Rufino Echenique, se le dio de baja hasta el mes de febrero de 1860, año que regresó al servicio en su misma categoría y se le destinó como Capitán de Puerto de Cerro Azul.

En 1863 fue ascendido a la clase de Capitán de Fragata. Contagiado por el movimiento nacionalista de rechazo al Tratado Vivanco-Pareja, firmado el 5 de febrero de 1865 a bordo del buque de guerra español “Villa de Madrid, el Capitán de Fragata Fanning tomó parte activa en la Revolución Restauradora que acaudillara el Prefecto de Arequipa, Coronel don Mariano Ignacio Prado, el 28 de febrero del mismo año, contra el gobierno del General don Juan Antonio Pezet. 

Por la intensa campaña que se hizo de repudio al mencionado Tratado, en Arica se sublevó la tripulación de la fragata “Amazonas” que bloqueaba el Puerto; rebelión que por desgracia, se hizo mortífera, porque fueron victimados distinguidos Jefes y Oficiales de la Armada. Al tener conocimiento de la rebelión en el “Amazonas” Fanning de inmediato tomó una embarcación y se dirigió a la fragata insurrecta mientras duraba la sangrienta lucha y consiguió por su acción y por su palabra dominar a la tripulación salvando de este modo la vida a los Oficiales que aún resistían la violencia. Fanning fue nombrado entonces Comandante del “Amazonas”, ya al servicio del gobierno de la Restauración.  En el Puerto de Arica se apoderó de inmediato del transporte “Lerzundi” y se dirigió a Islay, donde también capturó al buque de guerra “Tumbes”, y después a Pisco, donde logró apresar a la Corbeta “América”, unidades de la Escuadra en las que germinaba la subversión. La actividad y el coraje de Fanning habían proporcionado una Escuadra muy valiosa y necesaria a la Revolución Restauradora. El 24 de julio de 1865, Fanning ascendió a la clase de Capitán de Navío Graduado.

Declarada la Guerra con España, el prestigioso marino ejerció el cargo de Mayor de Ordenes de la Escuadra aliada.

El 9 de abril de 1879, cuatro días después de iniciadas las hostilidades contra el Perú por la República de Chile, se embarcó con destino a Arica, como jefe de Estado Mayor en las Fuerzas.  Desempeñó aquel cargo hasta el mes de setiembre de 1879, en cuyo mes se le otorgó licencia para atender al restablecimiento de su salud.

El 31 de diciembre del mismo año, mereció el nombramiento de Jefe de la Batería “Santa Rosa” en el Callao, y el 20 enero de 1880, le fue encomendada por el Jefe Supremo de la Nación, don Nicolás de Piérola, la organización y luego el mando del Batallón “Guarnición de Marina”, formado por los bizarros chalacos que anteriormente habían proporcionado las guarniciones a nuestras lanchas durante el bloqueo del Callao, y que habían participado en aquellos repetidos combates nocturnos con las lanchas chilenas desprendidas de la Escuadra bloqueadora, adquiriendo esa confianza en medio del peligro que caracteriza a las aguerridas tropas.

Después del desastre de la Batalla de San Juan, el 15 de enero de 1881, por orden superior los batallones chalacos de reserva “Guarnición de Marina” “Guardia Chalaca” y la Columna de “Celadores del Callao”, se pusieron en Avelino Cáceres, que ocupaba el frente comprendido entre los Reductores número “uno” y número “dos”, que se extendía del mar a la Quebrada de Armendáriz, y que venía a ser el ala derecha de la última línea de defensa de la capital.  Al romperse los fuegos en Miraflores el 5 de enero de 1881, fracasada la tregua negociada por los Diplomáticos extranjeros interesados en evitar que se repitiera en Lima la masacre de sus connacionales como ocurriera con Chorrillo, donde fue quemada y saqueada la población, el General Baquedano y sus acompañantes partieron al galope de Miraflores a Barranco, y ya en este lugar el Jefe Chileno de hecho precipitó los acontecimientos, ordenando el ataque por la infantería.

Los primeros elementos de la División Lagos se pusieron en marcha hacia el frente peruano que defendía la División Cáceres, que inmovilizó al invasor con sus disparos.  El Coronel Cáceres, con el espíritu ofensivo que distinguió su vida incomparable de soldado durante la guerra con Chile, y que es con el que se ganan las batallas, decide lanzarse afuera de sus cubiertas en la primera oportunidad que se le presentase y que no tardó en llegar ante una nueva progresión de la infantería enemiga.  En efecto, había en el frente chileno, precisamente delante de los Reductos “uno” y “dos”, un claro que debía ocupar el Regimiento “Aconcagua” que se aproximaba a la lucha.  Estaba estabilizada la situación; pero, Lagos, desesperado por su inactividad, ordenó nuevamente a sus subalternos que emprendieran la ofensiva.  Este fue el instante cumbre de Miraflores.

Cáceres esperaba este contraataque para introducir como una cuña a los chalacos en el claro que debía ocupar el regimiento “Aconcagua”.  Había  llegado la hora, los chilenos inician su progresión y Cáceres dio la orden que tenía prevista. El hecho culminante de esta batalla de Miraflores fue reiterada pujanza y tenacidad del Batallón “Guarnición de Marina”, que comandaba Fanning.  Tenía confianza en que sus Oficiales, clases, soldados lo seguirían, y no se equivocó.  En el instante de la prueba, pocos minutos después de las 3 de la tarde, el veterano Fanning montó caballo y apoyándose en los estribos para ser visto por todos sus soldados que estaban con la bayoneta calada, agitando en la diestra su espada para cumplir lo dispuesto por Cáceres.  Igual actitud tomaron el Batallón “Guardia Chalaca” y la Columna “Celadores del Callao”.  Estas tropas salieron a introducirse en el claro que los esperaba; vencieron los atrincheramientos, saltaron los obstáculos que los separaban de los chilenos, furiosos e incontenibles se lanzaron contra el enemigo. 

El ímpetu de la acometida fue resistido por el Batallón “Navales”, sólo con sacrificios indecibles y al fin, oprimidos, retrocedió junto con el “Aconcagua”.  Los oficiales recordaban a las tropas sus deberes y su honor, pero los soldados se retiraban o se ocultaban tras de las tapias y en vano era que se les ordenase reunirse para atacar, porque no obedecían”.  Mientras tanto, la retirada ordenada de los chilenos se convertía en precipitada fuga.

Este brillante éxito que prolongara la actitud y el arrojo tuvo que detenerse. El Coronel Cáceres, a pesar de ir profundizando con éxito la brecha se iba cerrando poco a poco, en vista de que carecía de refuerzos para continuar alimentando el fuego, se ve precisado a detenerse.  Entre tanto, mientras las filas chilenas aumentaban su espesor con la llegada de refuerzos de los Regimientos “Valparaíso”, “Caupolicán”, “Santiago” y otros, las filas peruanas clareaban sin cesar, sin recibir ni un solo esfuerzo.  Fanning gritaba con voz enronquecida: “Guarnición de Marina” … ¡Adelante! “Guarnición de Marina” … ¡¡Adelante!! tres veces cargó la bayoneta a la cabeza de sus bravos muchachos, donde se enteró, con tenacidad digna de mejor suerte, pero ya sin resultados favorables.

Un destacamento al mando del Comandante Chamorro fue enviado a traer municiones; pero el destino o la falta de previsión que nunca pudo ser más lamentada, presentó su negro semblante a los heroicos combatientes peruanos.  ¡Las municiones no correspondían al calibre de los fusiles en uso y no entraban en sus recámaras! Era lo peor que podía ocurrir.  Así, en estas difíciles circunstancias, pasaban los minutos que parecían horas en espera de apoyo para poder continuar el avance, hasta que, como tenía que suceder al no dar un paso atrás, llegó el trágico momento en que estos aguerridos mozos combatieron cuerpo a cuerpo, con toda el alma; y abrumados por la superioridad numérica se fueron fecundándola con su  sangre generosa, allí donde están los reductos actuales en Miraflores y en sus alrededores porque no quisieron volver la espalda al enemigo. 

Del Batallón “Guarnición de Marina”, compuesto de 600 piezas, perecieron 400 hombres y de los 25 oficiales que formaban el cuadro superior, 22 cayeron también al lado de sus valientes muchachos, quedando solamente tres oficiales con vida.  En el fragor del combate Fanning cayó a su vez mortalmente herido por un proyectil que le penetró cerca al corazón.  Fue recogido por una ambulancia que lo trasladó casi agónico a su casa en Lima, donde expiró al día siguiente, 16 de enero, a la edad de 57 años, en brazos de su esposa doña Teresa Gonzáles de Fanning.  Las últimas y repetidas palabras del Capitán de Navío don Juan Fanning, como si musitara una oración al expirar, fueron: “Muero por la Patria”, y en verdad moría por este Perú, al que le había ofrendado fortuna, honor y vida, para seguir viviendo en la inmortalidad. 

Sus restos reposan en la Cripta de los Héroes, de la Guerra del Pacífico.  Santuario del Patriotismo Peruano, inaugurado el 8 de setiembre de 1908 en el Cementerio Presbítero Maestro.

Fuente: Historia Naval

sábado, 4 de octubre de 2008

Carlos Fermín Fitzcarrald

 Explorador y cauchero

(1862 – 1897) 

 Nació en San Luis de Huari (Ancash) el 6 de julio de 1862. Hijo del marino norteamericano William Fitzgerald y de Esmeralda López. Estudió en el colegio nacional de Huaraz y en el Liceo Peruano de Lima. Se dedicó luego al comercio en Huánuco y Cerro de Pasco; justamente en 1878, al regresar a Huari de uno de sus viajes de negocios, fue apuñalado en el estómago por Benigno Izaguirre, un co­nocido bandolero de la zona, saliendo con vida del in­cidente. 

Al morir su padre, enrumbó hacia el oriente peruano con el fin de probar fortuna. Por esa época es­talló la guerra con Chile y Carlos Fermín fue acusado de espía por carecer de documentos y tener mapas de los ríos orientales. Sometido a consejo de guerra fue condenado a muerte, pero afortunadamente su confe­sor lo reconoció y prestó juramento garantizando su conducta. Cambió entonces de nombre y pasó a Loreto, donde se ocultó por casi diez años. 

En 1888 reapa­reció en Iquitos como acomodado cauchero, forman­do en el Mishagua, a orillas del Ucayali, una próspera colonia. Conoció a Aurora Cardoso -hija de un comer­ciante brasileño al que luego se asociaría para la explotación del caucho- con quien se casó y tuvo cuatro hi­jos a los que envió a estudiar a Francia. 

Entre 1890 y 1893 inicia una vasta exploración por los ríos Tambo. Apurímac, Urubamba, Manu y Madre de Dios, descubriendo en 1894 el istmo que hoy lleva su nombre. Para el historiador Basadre: "Al caminar en 50 minutos entre la hoya fluvial del Ucayali y la del Madre de Dios, Fitzcarrald determinó de hecho la aproximación del Cuzco hacia toda la zona del Madre de Dios, de enorme importancia desde el punto de vis­ta no sólo comercial sino estratégico. Así quedó reafir­mada la vinculación entre todo ese extenso territorio y el' Perú". 

Retornó a Iquitos y compró la lancha "Contamana", con la cual surcó la selva en todas direcciones, sembrando por doquier caucho y plátanos. "El oro blanco (el caucho) se acabará. Hay que dedicarse a la agricultura y a la ganadería", repetía sin cesar. No sólo descubrió nuevos territorios sino que afirmó en ellos la soberanía peruana, expulsando a punta de ba­las a caucheros brasileños que pretendían ingresar a Purús y al Acre. Rechazó igualmente propuestas sepa­ratistas que lo inducían a crear una    "República del Acre" y tomar el mando de ella, amenazando con fusi­lar a quienes intentaran llevar a cabo dicha propuesta. Dado que contaba con un ejército propio de diez mil hombres, su palabra fue respetada. 

La razón social Suares-Fitzcarrald que formó obtuvo en 1896 la auto­rización del ministerio de Guerra para la exclusividad de la navegación en los ríos Alto Ucayali y Madre de Dios. El "oro blanco" estaba en su auge y Fitzcarrald planeaba organizar núcleos de colonización europea, adquirir lanchas a vapor para facilitar la comunicación y la exportación de los productos de la selva. Todo ello quedo truncado el 9 de julio de 1897 al naufragar su embarcación en el remolino Shepa del río Urubamba. Llevaba los rieles para sentar las bases de un ferrocarril que atravesaría el istmo de su nombre y se afirma que quiso salvar a su socio Antonio Vaca Diez, muriendo en el intento.